Ya sabemos que la publicidad
subliminal intenta transmitir un mensaje sin que a persona receptora pueda
darse cuenta.
Pues bien, como puede verse en el
vídeo colgado en la entrada de Introducción al Neuromarketing, el cerebro tiene 3 divisiones diferentes; una parte en la que residen los instintos más primarios del ser humano, otra en la que residen las emociones y significados, y la última en que reside la razón y la lógica.
Fue
Freud quien elaboró la primera teoría de los instintos, en la cual incluía dos:
el instinto de conservación y el de reproducción como rectores de la conducta
humana.
Podemos distinguir más, como el hambre o la sed, ya que a fin de cuentas todos los instintos primarios sirven para subsistir pero en
relación a la publicidad subliminal, nos viene muy bien tener en cuenta el instinto
de reproducción.
La mayoría de publicidades
subliminales van dirigidas al acto sexual, ya que ésta es considerada como una
necesidad básica del ser humano.
Es precisamente en esto donde encontramos la relación con el neuromarketing: éste se basa en las sensaciones e instintos (cerebro límbico y cerebro reptil) que experimenta un consumidor a la hora de comprar un determinado producto, guiándose por ellas antes que por la razón. Por ello, la publicidad subliminal ataca a esas partes del cerebro, asegurándose así que el receptor del mensaje interiorice la marca y finalmente pueda comprar su producto antes que el de la competencia.
Ya hemos puesto ejemplos en post anteriores, pero más aplicados al acto sexual encontramos los siguientes:
El contenido de la botella parece líquido, pero en realidad se asemeja a un pecho femenino:
La forma de los dos helados juntos se asemejan a las nalgas de una mujer de color:
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